UMBERTO ECO (1932-2016) – OPERA APERTA

El primer post lo dedico como es de esperar al gran Umberto Eco, recientemente fallecido y una de sus obras claves para la semiótica: Opera aperta, Obra abierta en castellano, The Open work para la versión inglesa.

foto Umberto Eco
Describiré lo que el autor entiende por Modo de formar y por Obra abierta, excluyendo muchísimos otros temas abarcados en este libro.

“Nadie duda de que el arte sea un modo de estructurar cierto material (entendiendo por material la misma personalidad del artista, la historia, un lenguaje, una tradición, un tema específico, una hipótesis formal, un mundo ideológico); pero siempre se ha puesto en duda que el arte pueda dirigir su discurso sobre el mundo y reaccionar ante la historia de donde nace, interpretarla, juzgarla, hacer proyectos con ella, únicamente a través de este modo de formar”.

 

Es un planteo simple y conciso: a través de este Modo de formar o modo como se estructura una obra, se evidencia (por medio de tradiciones formativas, influjos culturales remotos, costumbres de escuela, exigencias imprescindibles de ciertas premisas técnicas) una fase de la historia de una cultura y la visión del mundo del artista. Eco ofrece ejemplos: “Así, en el modo de describir un objeto, de romper una secuencia temporal, de extender una mancha de color, puede haber tantas afirmaciones sobre nuestras concretas relaciones de vida como nunca se encontrarán en un cuadro conmemorativo o una novela de tesis.”
El autor acopla la dicotomía Forma (estructura) y Contenido (tema, idea), al plantear que el verdadero Contenido de una obra está en el Modo de formar adoptado o elaborado por el artista y no en el significado ni en el significante.
Este Modo de formar se convierte en modelo y metáfora epistemológica de la situación histórica en que nace. A este respecto Eco expresa: “El arte, más que conocer el mundo, produce complementos del mundo, formas autónomas que se añaden a las existentes exhibiendo leyes propias y vida personal.”
Esto es válido para cualquier obra de arte elaborada en cualquier momento histórico, pero justamente, uno de los temas que el autor analiza en este libro es la diferencia en materia de estructura, entre el Arte académico y el producido por las vanguardias (y sus antecedentes), o sea, ese punto a partir del cual la relación entre Arte y público estará totalmente fracturada, a la vez que paradójicamente se exige una intervención activa a este intérprete. Fue un momento de ruptura del Orden tradicional, donde el arte no ha hecho sino aceptar esta situación y tratar de darle forma, ofreciéndonos imágenes del mundo que equivalen a metáforas epistemológicas.

Respecto a esta disparidad de comportamiento entre el arte “clásico” y el arte contemporáneo, Eco, influenciado por los enfoques de la teoría de la información, explica que cualquier forma de arte “funda su propio valor en una novedad de organización del material dado que constituye en cada caso un aumento de información para el usuario. Pero, a través de arranques originales y de rupturas provisionales del orden de las previsiones, un arte “clásico” tiende en el fondo a reconfirmar las estructuras aceptadas por la sensibilidad común a la que se dirige, oponiéndose sólo a determinadas leyes de redundancia para reconfirmarlas de nuevo, aun cuando sea de modo original.
En cambio, el arte contemporáneo parece que persigue como valor primario una ruptura intencionada de las leyes de probabilidad que rigen el discurso común poniendo en crisis sus supuestos en el momento mismo en que se vale de ellos para deformarlo.”
Por ende, lo inédito, aplicable por cierto a la producción artística actual, estribaba en la intencionalidad consciente por parte del artista, de crear mensajes plurívocos, de exacerbar la ambigüedad, de promover la mayor apertura posible (mediante el Modo de formar) en las poéticas contemporáneas, pero sin llegar al límite de dejar de ser obra: “Una obra es abierta mientras es obra; más allá de este límite se tiene la apertura como ruido.”
Toda obra de arte es Abierta, en la medida en que el intérprete debe reinventarla en el acto de fruición, más allá de que la obra sea unívoca y materialmente conclusa, lo cual conduce al hermetismo, o, plurívoca y materialmente conclusa o inconclusa, lo cual conduce a la Apertura.
En el primer caso “apertura” no significa “indefinición” de la comunicación, se tiene un goce rígidamente prefijado y condicionado.
Eco se centra en el segundo caso y aclara que “la noción de “obra abierta” no es una categoría crítica, sino que representa un modelo hipotético, aunque esté elaborado siguiendo las pisadas de numerosos análisis concretos, muy útil para indicar mediante una fórmula manejable una dirección del arte contemporáneo.”
El modelo de obra abierta se aplica a un modo determinado de consumo artístico, a la estructura de una relación de disfrute. El modelo identifica una forma común, un grupo de obras cuyas semejanzas estructurales colocan intencionalmente al intérprete como centro activo de una red de relaciones internas inagotables. El intérprete debe descubrir y escoger en el acto de percepción de la totalidad de los estímulos, el goce es libre, y, en el caso extremo de las obras inacabadas u obras en movimiento, con posibilidades infinitas de organizar la obra, de intervenir el Desorden.
El autor detecta que “la primera vez que aparece una poética consciente de la obra “abierta” es en el simbolismo de la segunda mitad del siglo XIX”.

 

Eugenia Lardizabal

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