CANDY PILLS
Lardizabal María Eugenia (1976)
Candy pills
Oleo sobre tela
40 x 92 cm
El distanciamiento entre poder y política (donde el primero actúa poderosa y globalmente y el segundo débil y localmente), el debilitamiento de instituciones como el Estado, los partidos y los sindicatos, la sistemática supresión o reducción de los seguros públicos, la destrucción de categorías sociales como las clases sociales y los movimientos sociales así como de grupos sociales como la escuela y la familia tradicional, más la destradicionalización de la vida, donde creencias, prejuicios, costumbres y rutinas conferían una identidad y una responsabilidad limitada, son ahora fuente inagotable de incertidumbre e inestabilidad individual.
Muchas funciones se transfirieron de lo público a la iniciativa privada, dotando al individuo de una libertad y responsabilidad ilimitada.
En un contexto de vínculos humanos frágiles y provisorios, de desprotección social, más la obligación de hacerse cargo de sí mismo, de construirse una identidad, de perseguir la realización personal y de dotar de sentido a la propia existencia, dan como resultado el desvío de conductas hacia el ámbito de la esfera personal. Desde cuidados físicos-estéticos-psicológicos, hasta la victimización. Esta última es una forma de rechazo del deber de autoorganización, para situarse en el reclamo del derecho, y, logrando por ejemplo mediante la enfermedad real o el deseo de enfermedad, centrar la atención, recibir cuidados y asistencia, eludir obligaciones, evadirse, etc.
Son todas acciones defensivas que intentan recomponer el caparazón protector, pero que terminan por reafirmar la sensación de vulnerabilidad y de miedo.
Cada vez más las crisis, problemas y fracasos, son percibidos como fallos personales y no como sociales, de ahí la proliferación de episodios de depresión, estrés, apatía, ansiedad, paranoia, neurosis, desorientación, sentimientos de culpa y fatiga, a lo largo de la biografía personal.
Dado que en la era de la depresión las estrategias personales se muestran insuficientes, se acude como nunca antes, a un arsenal de pastillas.
Para cada malestar hay una pastilla, todo es factible de ser medicalizado, incluyendo procesos normales como el nacimiento, la vejez, la sexualidad, la muerte, etc.
Eugenia Lardizabal